domingo, 26 de marzo de 2006

Entrevista a nuestro entrenador en "El País".

José María Tomás y Tío (Valencia, 1949) es un activista de la justicia. Ha sido elegido decano de los jueces de Valencia en dos ocasiones y en la actualidad preside la sección segunda de la Audiencia de Valencia y la Fundación para la Justicia, a la vez que entrena la Penya Valencianista per la Solidaritat e imparte pedagogía sobre derechos humanos, ética, inmigración o violencia doméstica.

Pregunta. ¿Hay que tener unas condiciones humanas especiales para ser juez o lo puede ser cualquiera que empolle el temario?
Respuesta. Lamentablemente lo condicionamos al excesivo esfuerzo intelectual de saber y aprender, pero ser juez es algo más que saber cosas. Y eso no se aprende en los libros. Las nociones de la equidad y la justicia que se concretan en muchas cosas.
P. ¿Siempre tuvo claro que iba a ser juez?
R. No, no. Lo decidí cuando terminé la carrera. En mi familia no hay ningún antecedente. Lo que ocurre es que me apasiona la justicia en todos sus perfiles.
P. ¿Cómo reacciona ante la injusticia?
R. Rebelándome lo más profundamente que puedo.
P. Usted ha impulsado la Fundación por la Justicia. ¿La justicia necesita fundaciones?
R. No en sí misma, pero puede ir sentando bases de muchas maneras. A veces confundimos la justicia con la Administración de Justicia, y la justicia es mucho más. Es un compromiso, es una aspiración, es una propuesta ética de máximos, es una oferta solidaria, es una responsabilidad... En el fondo es una manera de vivir.
P. ¿Cuáles son los objetivos de la fundación?
R. La fundación lo que pretende es hacer más cercana y creíble una justicia que, lamentablemente, la tenemos que ejercer con los pequeños mimbres de que disponemos. Y en todo caso, intentar que los demás, igual que nosotros, vivamos lo más dignamente posible.
P. Una de las frases que utiliza habitualmente la fundación es "la justicia es otra cosa". ¿Quizá porque la percepción que tiene el ciudadano de la justicia es negativa de entrada?
R. Yo me juego el trabajo que hacen mis compañeros jueces de tiempo y dedicación, de exigencia y de responsabilidad, lo que ocurre es que tenemos un déficit importantísimo de credibilidad porque no sabemos explicar. Y quizás porque no hemos sabido explicar bien, la gente no nos escucha.
P. ¿Usted ve la botella de la justicia medio llena o medio vacía?
R. No, yo creo que la justicia ha de estar presente en todas las relaciones humanas. Lo que pasa es que hay determinadas personas a las que nos compete hacerla presente y creíble.
P. ¿Tiene asignaturas pendientes la justicia?
R. Muchas. Hay demasiada gente que sigue percibiendo que es un territorio particular. Y hay mucha gente que utiliza la justicia para sus propios fines. Esto no beneficia el compromiso con la justicia al que yo aspiro.
P. ¿Debería cambiar al ritmo que cambia la sociedad?
P. Sin duda. ¡Si ya vamos retrasados...! Porque a la justicia todavía le falta hacer el tránsito democrático. Hay demasiadas costumbres ajenas a lo que debería ser mucho más visible, participativo y democrático. Y la prueba evidente es el consejo [del Poder Judicial] que nos gobierna. El Gobierno ha creado desafectos, más que afectos, y no ha cumplido la función de garantizar la independencia. Ahora mismo creo que no tiene más que una obsesión por continuar siendo un centro de control del poder.
P. ¿Se puede entender la justicia sin la solidaridad?
R. La justicia sin solidaridad me parece una farsa. Y la solidaridad sin justicia, una provocación.
P. ¿Tiene más obligaciones la justicia solidaria?
R. La justicia no debe tener apellidos, porque es un valor universal en el no puede haber exclusiones.
P. Usted ha impulsado la Penya Valencianista per la Solidaritat. ¿Es otro imposible?
R. No, los grandes expertos en temas cooperación y solidaridad nos transmiten que debemos dejarnos de grandes objetivos porque los objetivos deben de ser los de cada día. La solidaridad se hace en las pequeñas cosas. Cualquier pequeño esfuerzo es bueno.
P. El fútbol vehicula mucho esplendor y miseria. ¿Cómo vive la pasión por algo que se sustenta en energías tan contradictorias?
R. Lo que pasa es que en el fútbol se integran demasiadas cosas. Ciertamente, alrededor del fútbol hay un gran negocio, y ese negocio no es la parte que más me interesa del fútbol. Me interesa la parte que apasiona, que implica sentimientos, que acaricia y que a veces araña. Descubrimos la necesidad de crear una peña como ésta cuando, estando en Etiopía, el Valencia ganó la Liga de 2002. La explosión de júbilo que se produjo en personas con tantas carencias nos hizo entender que había motivos para encontrar la satisfacción en pequeñas cosas.
P. ¿Es un forofo del Valencia?
R. Sí, sí.
P. ¿Es compatible ser juez y forofo?
R. ¿Por qué no? Lo que es compatible es poner todas las pasiones al servicio de lo que uno hace. Me apasiona la justicia, me apasionan los derechos de los demás, me apasiona el deporte, me apasiona el fútbol y siento pasión por un Valencia que hace sentirme, a veces rabioso, pero a veces feliz.
P. ¿Con la pasión no se pierde la perspectiva?
R. No, es necesario apasionarse porque la pasión es lo que realmente nos convierte en personas implicadas.
P. Se ha librado del juicio de la hepatitis C. ¿Ha sido una suerte?
R. No me he librado, lo que ocurre es que durante tres años estuve resolviendo en la sección cuarta todos los recursos intermedios que fueron propiciando las partes. Esto me incompatibilizaba para ahora evaluar cuando tengo formada una opinión.
P. ¿La violencia doméstica se ataja o se previene?
R. Las dos cosas. Y sobre todo se previene con el cambio de actitudes, de formación y con la incorporación de algunos valores en el proceso educativo, entre los cuales está naturalmente la justicia. Pero también se ataja. Tiene que sancionarse porque no podemos permitir conductas contrarias al más mínimo reconocimiento a la dignidad de la persona.
P. ¿Hasta qué punto la alimentan los medios de comunicación?
R. En ocasiones, con la pretensión de dar más credibilidad a la información se ofrecen coartadas para desarrollar determinadas conductas. Los medios de comunicación tienen que ser sensibles a diseñar de otra manera la información y a no hacer demasiada sangre. Recuerdo que la información de unos suicidios por ahorcamiento en el partido judicial en el que yo estaba generó hasta 17 suicidios similares en un período corto de tiempo. Y es porque se dieron demasiadas precisiones sobre causas, modos y sistemas. Los medios de comunicación tienen una función pedagógica e informativa muy relevante.

Miquel Alberola (El País, 26-03-2006).