viernes, 30 de noviembre de 2012

Primeros pasos en la habilitación de la cancha deportiva en Tabarre (Haití) financiada por la PVS en colaboración con la FxJ y NPH.



Como os informábamos en el boletín anterior, la PVS, en colaboración con la FxJ y dentro del Plan Integral de Cooperación SOL-I-DAR-I-DAD , está financiando el proyecto de habilitación de una cancha deportiva en Tabarre (Haití) de la mano de NPH. Elena, coordinadora de proyectos de NPH España, nos ha enviado sus impresiones del viaje que realizó a la zona para visitar el proyecto. Con su permiso, os contamos a través de sus palabras lo vivido:
"Acabo de regresar de Haití, vía Miami, y me encuentro con un día lluvioso, precedido de inundaciones graves en el resto de España. Me cuentan sobre un referéndum y sobre la próxima huelga de autobuses. Pero yo sólo pienso en Haití y me pregunto cómo es posible que exista un país tan pobre a tan sólo 2 horas de avión de U.S.A., donde parece que los funcionarios del aeropuerto estén permanentemente enfadados sin motivo. Me pregunto también porque las imágenes que me habían llegado de Haití, antes de conocer el país, no reflejan la realidad de un país en el que es imposible estar sin emocionarte. Y en el que es facilísimo pasar de la emoción a la conmoción. Y de la conmoción a la irritación. Y de la irritación a la impotencia. Y de la impotencia a la responsabilidad. Y de la responsabilidad a la esperanza. Por eso hoy me siento responsable de denunciar la gran injusticia que vive el pueblo haitiano, ignorado por el mundo, devastado por catástrofes naturales y azotado por la miseria, la enfermedad y la muerte, que aniquilan cualquier esperanza de recuperación. Y sin embargo, me resisto a quedarme sólo con imágenes de muerte (estadísticas aterradoras de mortalidad infantil, madres del hospital esperando a que un milagro remedie la enfermedad incurable de su hijo, hombres escalando por el muro de la ONU con platos vacíos que los soldados se resisten a llenar de comida, o funerales para montones de bebes que no tienen a una madre que les llore). También me quedo con imágenes de vida, como la del padre que acompaña a su hijo de cuerpo inerte al centro para discapacitados y le da de comer con sumo cuidado para que no se atragante. O la del profesor de escuela que perdió a su mujer e hija en el terremoto de 2010, que alienta con gran fervor a sus alumnos a aprender todo aquello que su hija ya no podrá asimilar. Y me quedo con la labor de una fundación que sabe cómo cuidar, educar, alimentar y dar un futuro a miles de niños y jóvenes que han podido recuperar su dignidad. Por último, me pregunto que más tiene que ocurrir en el mundo para que seamos conscientes de que está en nuestras manos hacer algo para que la vida se vuelva más soportable para todos los que no tienen ni siquiera la posibilidad de hacer una huelga para defender sus derechos.  Unos derechos que no tienen nada de universales porque una parte del mundo mira para otro lado o a su propio ombligo. Hoy más que nunca, reconozco lo privilegiada que soy y lo orgullosa que me siento de trabajar en la Fundación Nuestros Pequeños Hermanos. Elena."