Un murciélago en Irak.
Nos despertamos con el
eco miserable de la sangre en las calles de Niza. Y eso cuando aún la afición
madridista vive aún la resaca de una euforia que la historia nos ha negado en
dos ocasiones en forma de Champions League. Pero, a miles de kilómetros de la
zona cero de su fiesta, también un atentado terrorista acabó con la vida de un
grupo de seguidores que estaban en una cafetería de la ciudad de Miqdadiyah, en
la región iraquí de Diyala, donde se estaba viendo la final de Champions
entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Ya el pasado 13 de mayo, un ataque similar
contra una cafetería donde se reunía la peña del Real Madrid de la ciudad de
Balad, al norte de Bagdad, causó la muerte a una decena de aficionados iraquíes
del club blanco. El dedo acusador de su autoría se dirige al integrismo
islámico pues su terrorismo ha visto en la grandeza del fútbol una amenaza
contra la intolerancia y la esclavitud que quiere imponer en conciencias y
voluntades, poniendo al fútbol occidental en el punto de mira de su fuego
indiscriminado. Y es que nuestro fútbol y nuestra libertad son símbolos
contrarios a los valores que representa su mentalidad genocida.
Y esta historia también
va con nosotros. Porque hace varios meses conocimos el relato de “uno de los nuestros”, alguien que tuvo
que huir por la presión que muy cerca del fuego tenía que soportar por llevar
nuestro escudo en el pecho y fundar la primera peña valencianista en el país
árabe. Por eso, en la Penya
Valencianista per la Solidaritat creemos que reproducirla tiene en estos días
más sentido que nunca…
“Me
llamo Manhal Ahmed, 32 años, estoy casado y soy padre de cuatro hijos. Jugador
de fútbol en el Shirqat Club. Comencé a animar al Valencia en la temporada
1999. Mi sueño era jugar para el Valencia C.F. o para alguna peña que se creara
para aficionados del club en Irak. Pero las circunstancias del país impidieron
esta situación. Después de que el grupo terrorista DAESH (ISIS o Estado
Islámico) tomara el control de nuestra ciudad, una de las medidas que tomó fue
prohibir el fútbol y su promoción, inclusive los partidos de la selección
nacional. Desobedecer estas leyes suponía la pena de muerte. Por eso mi familia
y yo tomamos la difícil decisión de mudarnos a Bagdad recorriendo cientos de
kilómetros y así poder ver los partidos del Valencia por la televisión. Pese a
la dificultad para hacernos con el material necesario, pusimos las bases de la
primera peña valencianista en Irak. Comenzamos a reunir gente y a difundir
nuestra nueva asociación por Internet. Recibimos una gran acogida en la red con
muchas visitas. Era un sueño cumplido que desde hacía mucho anhelaba.
Pero
esta mañana he recibido la noticia de que mi casa estaba en llamas. Los
terroristas de DAESH la quemaron por establecer la peña dedicada al Valencia y
por promocionar el fútbol. Ahora estamos sin hogar, pero esperamos que los
corazones de los jugadores, la gestión y los fans del equipo puedan ser nuestro
nuevo hogar. Me gustaría llevar un mensaje a los jugadores: Si queréis hacer
felices a mis hijos, clasificaros para la Liga de Campeones. Hacerlo aliviaría
nuestras penas y nuestro sufrimiento. Finalmente, agradezco a los jugadores y
al presidente su labor, así como el entusiasmo con el que la Curva Nord
anima. Sois una afición maravillosa. Amunt Valencia".
Sobran las palabras. Si
corren nuevos tiempos en la atención que el Valencia C.F debe prestar al
valencianismo de calle, el que siente los colores aunque llueva, nieve o caigan
bombas sobre las cabezas cubiertas con bufanda naranja, estas letras deben
pesar. Y, si han tenido que venir de muy lejos nuevos dirigentes para instalar
esta nueva mirada en el día a día del club, ojalá las nuevas actitudes renueven
los valores de compromiso solidario de nuestro escudo casi centenario y que
historias emocionantes como esta no caigan, una vez más, en la desidia de una
gestión insensible. Porque este es nuestro murciélago en Irak. Y no podemos
estar más orgullosos de los lugares hasta donde llega su vuelo…
Penya
Valencianista per la Solidaritat.