viernes, 24 de abril de 2015

101 hechos para unir solidaridad y Valencia C.F.

Salvador Raga destina los beneficios a proyectos de la Peña Valencianista por la Solidaridad.


24.04.2015 | 11:13


SD Hay al menos ´101 hechos legendarios en la historia de Valencia´ que servirán para llevar adelante los proyectos de la Penya Valencianista per la Solidaritat, un grupo muy peculiar de aficionados que desde hace más de una década decidieron que los términos Valencia C.F. y Solidaridad debían caminar juntos para hacer mucho más grande este club casi centenario. 101 hechos legendarios en la historia de Valencia es el libro que presenta Salvador Raga Navarro, miembro muy activo de esta peña, cuyos beneficios íntegros van destinados a los proyectos que este grupo de valencianistas comprometidos con la sociedad desarrolla en algunos barrios deprimidos de la ciudad, como Nazaret y la Fuensanta.


Se trata de proyectos de ayuda económica y logística destinados a la integración de jóvenes y niños a través del deporte, siempre en barrios que presentan un alto porcentaje de situaciones de conflicto y necesidad. La Peña Valencianista per la Solidaritat nació en el año 2002 con la primera Liga conquistada por el Valencia CF en el siglo XXI y, desde entonces, ha desarrollado iniciativas para recaudar más de 300.000 euros con los que financiar proyectos en distintos lugares del mundo, especialmente África, Sudamérica y Centroamérica, a donde ha llevado también los colores del Valencia C.F.

http://www.superdeporte.es/valencia/2015/04/24/101-hechos-unir-solidaridad-valencia/255304.html

viernes, 17 de abril de 2015

LOS NIÑOS DE NAZARET YA TIENEN SU ESCUELA MATINAL.



Dos empresas valencianas financian esta iniciativa de la Fundación por la Justicia.

Esta semana se ha puesto en marcha un proyecto de atención a la infancia en el colegio Nuestra Señora de los Desamparados de Nazaret. La iniciativa, financiada por Dulcesol y el Grupo Ribera Salud, proporciona a un grupo de 25 niños y niñas de entre 3 y 11 años actividades lúdicas a primera hora de la mañana antes de incorporarse a las aulas. El proyecto pretende ofrecer un servicio a todos aquellos padres y madres del centro que por distintos motivos (laborales, familiares, etc.) se ven obligados a dejar a sus hijos en el colegio antes de las 9:30, hora en que comienza el horario lectivo. Además de realizar juegos y actividades lúdicas con una monitora, los niños tienen la posibilidad de desayunar si no lo han hecho en casa y a través de un taller los más pequeños aprenden a lavarse los dientes e higiene personal.

Los objetivos de la iniciativa, que se alargará hasta el final del curso escolar, son ayudar a los escolares a adquirir hábitos de cuidado de la salud y el bienestar, establecer relaciones afectivas satisfactorias, representar de forma creativa y personal distintos aspectos de la realidad, utilizar el lenguaje verbal de forma cada vez más adecuada, facilitando la participación en la vida de su familia y de su comunidad, además de atender a las necesidades de las familias en las que los padres trabajan y no tienen con quien dejar a sus hijos a partir de las ocho y media de la mañana. Para el desarrollo de las actividades, la Fundación Cuadernos Rubio ha donado cuadernillos adaptados a las distintas edades. El servicio da respuesta así a unas necesidades provocadas por la crisis económica y el desempleo, que está castigando de forma muy significativa a este barrio de la ciudad de Valencia.

miércoles, 8 de abril de 2015

El Valencia se internacionaliza... en "La Coma".




No es Singapur, no son niños japoneses. No tiene ese exotismo. Pero el escudo del Valencia desde hace unos cuantos meses, casi por generación espontánea, alcanza el reverso de las costuras en torno a la ciudad. A La Coma, el barrio de Paterna, donde se llegará tras haber pasado unos minutos antes por la mole del Nou Mestalla, la ballena varada. La Coma, bajo el estigma perpetuo de los bloques marginales y la población difícil. «De La Coma al retén, un santiamén», proclamaba una pintada en la pared en los chungos noventa.

En La Coma, fuera de focos, al margen de la solidaridad de alta costura, sin actos benéficos de lentejuelas, se ha inoculado un valencianismo casi anónimo. Al sol de los eriales y las carreteras que rodean un campo de fútbol. Un día cualquiera, a las cuatro de la tarde. Calor de abril. Por allí el Chufa Giner, el portero Lluís Pascual (el Van der Sar de Puçol), Arturo Boix... Enfrente de un campo al aire, el colegio de La Coma. Acuden ante la alerta del balón unas decenas de chicos. «Todos ellos con historias difíciles, imagínate». Las historias se difuminan en cuanto sus botas pisan césped y empieza para ellos una celebración. A un lado del campo un grupo nutrido de chicos, al otro las chicas.

Esta semana me colé en su fiesta, un simple entrenamiento donde juegan a fútbol y aprenden derivadas más valiosas, como empezar a adquirir ciertos compromisos, tomarle la medida a la colectividad, obtener recompensas a su esfuerzo, o justo lo contrario. Cosas de la vida, en fin, concentradas en un campito de La Coma donde la mayoría de jugadores son gitanos. Todo comenzó en diciembre en Burjassot. Uno de los niños, temeroso ante aquello, se refugiaba tras las espaldas de Lluís Pascual. El primer día que llovió no acudió nadie. Cuestión de costumbres. El segundo día que llovió, fueron casi todos. «Antes tenía que levantar a mi hijo de la cama para que estudiara un poco. Ahora, como sabe que si no aprueba no puede venir a entrenar, cuando yo me levanto ya está con los libros. ¿Qué le habéis hecho?». Ni la conversion de San Pablo camino de Damasco.

Tras todo ello están los nombres, caídos anónimamente, de la Federación Maranatha de Asociaciones Gitanas, Antonio Salvador, la Penya Valencianista per la Solidaritat, José Luis Zaragosí, el instituto de La Coma, la asociación de futbolistas del Valencia. Una combinación casual les ha hecho encontrarse. Los niños tienen las camisetas del Valencia, botas, un campo y entrenadores a su servicio. El ausentismo se ha reducido. A Raúl, el jefe de estudios del instituto, le brillan los ojos viendo como un equipo de chicas gitanas juegan a fútbol, superando los recelos familiares.

Seguramente no tenga la trascendencia de abrir un campus by VCF en países remotos o hacer acciones sociales al sur del sur. La Coma está muy cerca, aunque a la vez muy lejos porque nunca fijamos los ojos en su contorno. Allí la vida de unas decenas de adolescentes, con el escudo del Valencia por banda, ha empezado a mejorar gracias a una voluntad sencilla. No sé si GloVal o Local, pero de un efecto brutal.

Dice Josué que él quiere jugar en el Valencia. «Hostia, si ha venido mi chorba», dice éste otro. Pedrito asegura que su segundo equipo ahora también es el Valencia, por detrás del Barça. Una de las aspirantes a futbolista reconoce, muy pragmática, que ella es de quien gana. «Pues ahora el Valencia está ganando bastante, eh», le informa una compañera. Son victorias pequeñas, sin grandes altavoces. Una oportunidad para ganar otras trincheras. En La Coma ha aumentado la población de murciélagos.