domingo, 19 de febrero de 2017

SERIE SOLIDARIA SUPERDEPORTE. 16 DE FEBRERO.

PROYECTO NSD + EN NAZARET.

“Sabemos que no hay camino fácil que lleve a ningún sitio que merezca la pena, porque todo aquello que es digno necesita de esfuerzo, entrega y compromiso”.

Y esto es el proyecto NSD+, esfuerzo, entrega y compromiso. Esfuerzo por parte de muchos de los alumnos y alumnas del Colegio Nuestra Señora de los Desamparados que trabajan a diario por crecer y madurar como personas; entrega de los más de ciento veinte voluntarios y voluntarias que día a día aportan su ser y su todo al proyecto. Los voluntarios son un regalo para nuestros niños, voluntarios que se entregan en cuerpo y alma, que saben que ante la necesidad no solamente debemos dar algo nuestro, sino a nosotros mismos ya que éste es un modo de servir que hace humilde al que sirve. Entregándonos a nosotros mismos, nunca adoptaremos una posición desigual ante el otro, por muy dura que sea momentáneamente su situación. Y compromiso de la Penya Valencianista per la Solidaritat, compromiso de esta gran institución que quiere caminar con Nazaret ayudando a la consecución de esta iniciativa que el año que viene celebrará ya su quinto aniversario.
Y es que en los últimos años, nuestra sociedad, ha vivido una profunda  transformación social que, unida a los flujos migratorios ha conformado una población escolar heterogénea y diversa. Esta realidad nos plantea el reto de formar a todo el alumnado como futuros ciudadanos que optimicen sus capacidades y sean hábiles en sus relaciones sociales.
Para la consecución de este objetivo es imprescindible el desarrollo de medidas educativas específicas que atiendan a la compensación educativa y a la práctica de la igualdad de oportunidades para el conjunto de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
Con la finalidad de reducir el efecto de variables sociales y económicas sobre los rendimientos académicos y el desarrollo pleno e integral de los niños, adolescentes y jóvenes, nace el proyecto NSD+ en el Colegio Nuestra Señora de los Desamparados, una herramienta que pretende incrementar el éxito académico del alumnado así como mejorar sus habilidades sociales y personales con la esperanza de conseguir una mayor integración socioeducativa. Y si este proyecto nació y continúa dando frutos, es sin duda por la ayuda de instituciones, personas y entidades como la PVS, que en su día apostaron por él y continúan haciéndolo.
Son muchos los logros conseguidos por el proyecto. Son muchos los datos objetivos que nos indican que funciona, que tiene sentido. Son muchas las gráficas que podríamos reflejar en donde se ve con claridad y nitidez la evolución de muchos jóvenes. Pero lo que más importa sin duda, más que los números, son las microhistorias que hay detrás de ellos. No solamente se ha reducido el absentismo crónico de muchos alumnos, sino que se ha conseguido que la totalidad de los beneficiarios del proyecto cambien su percepción hacia la escuela e intenten mejorar académica y conductualmente con tal de poder participar de las decenas de actividades e iniciativas organizadas por los voluntarios. Anécdotas curiosas, pequeños gestos, historias vividas a diario nos demuestran que, gracias al proyecto, el Centro ha conseguido tener una herramienta efectiva y eficaz para poder trabajar con niños y adolescentes.
Sin duda, el Proyecto NSD+ al igual que la PVS han generado una determinada “cultura”, es decir, un conjunto de valores, procedimientos y comportamientos que estructuran las relaciones entre las personas que viven y sienten esta iniciativa. Nuevas maneras de relacionarse, historias de superación y de esfuerzo, como aquel joven que empezó como niño en el proyecto y a día de hoy forma parte de los voluntarios como entrenador de uno de los equipos, o aquella chica que gracias al tesón y acompañamiento de su tutora, consiguió aprobar todas las asignaturas, o el de aquel chico que empezó a acudir regularmente al colegio porque tenía interés en jugar al fútbol, o como  aquel niño que un día entre lágrimas dijo “ Gracias al proyecto, he vuelto a creer en mí mismo”. 


El compromiso y la solidaridad siempre implican un deseo profundo de cambiar nuestro entorno, de transformar valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por este mundo, de actuar en lo profundo y desde lo profundo. Necesitamos confiar en nuestros niños. Solamente confiando en ellos, se sentirán seguros. Y se sienten seguros actuarán, y si actúan, avanzarán, y si avanzan, tendrán futuro y generarán futuro.  Hoy todos los que leemos estas letras estamos invitados. Invitados a participar del sueño de una opción capaz de transformarlo todo. Un sueño en el que las costumbres, los estilos, las formas, el lenguaje, los gestos, y toda nuestra estructura estén al servicio de las familias y de los niños del Proyecto NSD+. Hoy todos estamos invitados a ser parte de las siglas mágicas de la NSD+ y PVS.

martes, 7 de febrero de 2017

SERIE SOLIDARIA SUPERDEPORTE. 2 DE FEBRERO.


El balón, la excusa ante la violencia.
Desde hace unos cuantos años la inseguridad, la violencia y el delito constituyen uno de los principales problemas de la ciudad de Lima. La violencia juvenil, expresada en pandillas violentas y “barras bravas” (ultras del fútbol), ha pasado a ser un ingrediente importante de inseguridad ciudadana. Las pandillas y las “barras bravas” están íntimamente relacionadas. La existencia de estos grupos perturba la convivencia ciudadana y la pertenencia a una pandilla puede convertirse en el primer peldaño de la carrera delictiva y, a veces,  los pandilleros pueden ser utilizados como mano de obra barata del crimen organizado. Las pandillas y las “barras bravas” son, además, expresión de los problemas familiares, de la escuela y de la sociedad.
A comienzos de los años 90 en el distrito El Agustino (190.000 habitantes) de la ciudad de Lima había treinta y seis pandillas violentas que con frecuencia se enfrentaban entre ellas y causaban destrozos y zozobra en la población. Además, sus integrantes se dedicaban al robo y consumían algún tipo de droga. Muchos de los enfrentamientos entre pandillas, en los que ha habido muertos, han estado relacionados con el fanatismo en el fútbol o la identificación histérica con los colores de uno u otro equipo.
Los adolescentes y jóvenes integrantes de pandillas provienen, en su gran mayoría, de familias desestructuradas, con grandes problemas de violencia familiar interna, abusos y abandono. Se puede suponer que, partiendo de esa situación familiar, cuando ingresan en el colegio siendo niños van a tener problemas de aprendizaje, adaptación, integración, etc… y el sistema educativo peruano, además de muchas otras deficiencias, no está preparado para recibir a chicos y chicas con problemas. Como resultado de esto, tarde o temprano, muchos desertan del sistema educativo o son expulsados por ser “niños malos”. Lo que queda es la calle. Y, en la calle, la pandilla que pasa a ser su “familia” porque acoge, protege, es solidaria…
En el Agustino trabajamos por convertir estas pandillas violentas en asociaciones juveniles (Martin Luther King, Mandela, Gandhi, Tupac Amaru, Che Guevara…) con ofertas educativas, de empleo y deportivas para que los jóvenes puedan encontrar un “nuevo horizonte en sus vidas”. En El Agustino gracias a esta labor se consiguió erradicar las pandillas violentas y mejorar la seguridad ciudadana y la convivencia. El deporte, en concreto el fútbol, ha resultado ser uno de los caminos más efectivos para la convocatoria y la formación de los muchachos.
Al poco tiempo de constituirse la Asociación Martin Luther King de ex -pandilleros, se creó el club Deportivo M.L.K. Para comenzar este trabajo deportivo conseguimos un entrenador, Marcelino Torres quien, además de ser un buen técnico, era, sobre todo, un gran educador que llegó a entrar en la vida de los muchachos. Este fue el comienzo para entender que el deporte podía ser y lo fue un instrumento privilegiado para trabajar todas las carencias que traían los chicos provenientes de las pandillas: normas, disciplina, relación con la autoridad, trabajo en equipo, autoestima, superación de la frustración ante la derrota…
Y así fue como “Chiqui” (José Ignacio Mantecón sj), sacerdote jesuita que lleva viviendo y trabajando en El Agustino más de treinta años y actualmente es asesor para la educación y rehabilitación de jóvenes en toda Sudamérica y Premio Nacional por la Paz en 2015, empezó a trabajar con los más pequeños como una forma de prevenir una futura vida de violencia. Creamos la Escuela Socio-deportiva “Martin Luther King” en la que participan niños y niñas de 5 a 17 años. En la Escuela Socio Deportiva M.L.K. nuestro lema es: “El balón como excusa, la felicidad como objetivo”.  Es admirable ver de qué manera estos niños y niñas van cambiando sus actitudes, mejorando su autoestima, su relación con los otros compañeros y su vida de familia. Entendemos el deporte no solo como actividad recreativa y competitiva sino como un camino para fortalecer la formación integral de la persona. Por eso tratamos de que nuestros entrenadores y entrenadoras sean a la vez formadores que acompañen el proceso personal de los niños, niñas y adolescentes. Tratamos de formar buenos deportistas pero sobretodo buenas personas actuando en la inclusión social de los sectores más marginados de nuestra sociedad.
Pero, además de todo esto, es preciso involucrar a dos actores fundamentales para el cambio que pretendemos se de en la persona y la sociedad: la familia y la comunidad. Necesitamos que la familia entienda que el deporte es parte imprescindible del desarrollo de sus hijos e hijas y comparta nuestros valores y que los vayan integrando en la vida familiar. Por eso, paralelamente, tenemos tiempo para la formación de los  papás y las mamás de nuestra Escuela Socio Deportiva y espacios para que papás, mamás, niños, niñas, adolescentes y entrenadores-educadores practiquen deporte conjuntamente. Por otra parte, es importante que la comunidad se apropie de los espacios públicos deportivos y llegue a considerarlos espacios de formación para sus vecinos.

Gran parte de este trabajo ha sido posible gracias a la colaboración que en 2008 dio la “Penya Valencianista per la Solidaritat”. Con su aporte pudimos poner las bases para construcción de lo que hoy es el Estadio Municipal de El Agustino donde desarrollamos nuestras actividades deportivas. La Penya supo entender la importancia de esta manera de hacer deporte con contenido social y educativo.