El invernadero valencianista
de la República Dominicana.
En ocasiones, los beneficios
que se producen en los niños que participan en los proyectos que proponemos y
lideramos son difíciles de medir y evaluar, pero la historia del joven Eduardo
Echevarría es muy ilustrativa del cambio profundo que perseguimos en mentes y
vidas. Lograr cambios de actitud y autoestima en los niños es finalmente el
objetivo, tanto en el caso de Eduardo como en el de muchos otros niños que han
participado en nuestros proyectos de Guatemala, República Dominicana, Nicaragua
y Ecuador recientemente. La historia de Eduardo es la de tantos otros…
Eduardo Echevarría es un
joven de doce años de edad quien, tras el fallecimiento de su madre, ingresó junto
con sus cuatro hermanos en el proyecto que la Penya Valencianista per la
Solidaritat lideraba junto a la organización “Nuestros Pequeños Hermanos” en la
República Dominicana, programa en el que compaginamos deporte solidario y
adiestramiento en labores agrícolas. En una ocasión, por su comportamiento
rebelde y difícil, estuvo en puertas de ser expulsado y tener que dejar el
hogar que teníamos para ellos, como lo tuvo que dejar su hermano mayor,
Roberto, al que se sentía muy unido. Eduardo, rebelde y conflictivo, agresivo
en sus enfados, temperamental, solitario y poco sociable, caracteres comprensibles
en un niño con un pasado difícil y violento, mostró progresivamente interés
hacia el proyecto; hechos como trabajar con alegría, madrugar o la puntualidad
en la llegada al invernadero demostraban que algo estaba cambiando en él. Pronto demostró ser un chico inteligente, muy
observador y que aprendía rápido. Su colaboración en las tareas acarreando
tierra con la carretilla, desmalezando y llevando y trayendo las herramientas
hizo que pronto captara nuestra atención. Su interés por aprender nos llevó a
enseñarle matemáticas, practicar la lectura, el juego del ajedrez, y el uso del
ordenador, produciéndose paulatinamente un cambio muy positivo en su actitud y
en su comportamiento y comenzando a relacionarse mejor con los compañeros y
profesores y recuperando el interés en la escuela. Su participación en las
actividades de la Penya Valencianista por la Solidaridad también hicieron que
se integrara y socializara con el resto de los compañeros del equipo de fútbol.
Sus calificaciones finales de Diciembre del 2009 nos sorprendieron a todos pues
estaba estigmatizado y catalogado en la escuela como un joven difícil y
rebelde. Su nota de 9,3 en matemáticas es el mejor indicador del cambio de este
joven pues su temperamento agresivo, su desdén por la escuela y los estudios se
convirtieron en un carácter más afable y cordial. Fue ganando confianza y
seguridad en sí mismo y el optimismo y las ganas por aprender enraizaron en la
mente de este joven. Cuando a un niño o joven de pasado tormentoso y difícil se
le da responsabilidad y cariño, se le hace sentir importante, apreciado y
querido, el camino del cambio queda allanado y desaparecen sus actitudes
negativas hacia la escuela y hacia la autoridad de los maestros y entrenadores.
Hay que resaltar que este
impulso no hubiera sido posible sin el necesario liderazgo, sabio y
comprometido, de Eduardo Briones y Pilar como los más insignes adelantados con
los que contamos. Y es que algo tan aparentemente sencillo como enseñar a los
niños a producir sus propias hortalizas
en su invernadero y cuidar el árbol frutal que han plantado, junto con la
integración en el equipo deportivo demuestra el efecto multiplicador
extraordinario del fútbol y de la tierra, de la amistad y el compromiso con los
valores en los que la Penya Valencianista per la Solidaritat cree más
firmemente que nunca…
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario