lunes, 13 de noviembre de 2017

SERIE SOLIDARIA SUPERDEPORTE 10 DE NOVIEMBRE.

EL ESCUDO DEL VALENCIA EN UN ORFANATO DE LETONIA.

Unos nueve millones de niños de todo el mundo viven internados en orfanatos o residencias infantiles. Se trata de niños y niñas que sufren la pobreza, que son víctimas de conflictos armados (niños huérfanos por la guerra, refugiados o separados de sus familias), afectados por el SIDA y menores discapacitados, entre otros. En España el acogimiento residencial se produce con las malas relaciones familiares, las dificultades económicas, la incapacidad de los padres o la llegada de menores inmigrantes no acompañados. Pero es en la Europa Central y del Este donde, de forma llamativa, un millón de niños viven internos en instituciones, siendo Rumanía, Rusia y Letonia los países que han sufrido un aumento más considerable.
En el caso de Letonia, el posible remedio que propiciaría el voluntariado local se encuentra con que no tiene prestigio. Los ciudadanos no se involucran porque falta información y tiempo, son escasos los ciudadanos motivados para emplear parte de su tiempo libre, conocimientos y aptitudes en ayudar a otras personas que se encuentran en situaciones difíciles. Esta circunstancia se debe en buena parta a la falta de un nivel de bienestar básico. La ausencia de una clase media estable hace que personas que quieran involucrarse en programas de voluntariado ya que la experiencia prácticamente universal muestra que la mayoría de los voluntarios no vienen ni de los pobres ni de los ricos, y son abundantes donde hay una amplia clase media.
Por ello, estudiantes valencianos del Club Universitario Carel han venido realizando durante distintos años tareas solidarias en el orfanato Grasu Berna Ciemats  de Cesvainne (Letonia). Junto a ellos, han participado también universitarios holandeses, lituanos y letones, con un ambiente internacional muy positivo para todos.
Los voluntarios, en torno al medio centenar en total, han estado desarrollando tareas de reconstrucción de instalaciones deportivas, llevando desde Valencia  todo el material necesario, desde los elementos para montar porterías hasta pinturas para hacer las líneas de las canchas. También se ocuparon de la construcción de una granja para animales domésticos con un vallado en un recinto habilitado para el ganado que se encuentra al cuidado de los chicos del orfanato. Además de estos trabajos, los universitarios organizaron y participaron en actividades deportivas y de tiempo libre dirigidas a los niños del orfanato con la aportación en 2005 de la Penya Valencianista Solidaritat de distinto material deportivo y medio centenar de equipaciones completas del Valencia que hicieron muy felices a los niños. Estos voluntarios ayudaron del mismo modo en las tareas de restauración de un caserón en el que se desarrollan actividades de pre-tecnología y manualidades con los chicos internos, además de contribuir a la creación de un vivero. Asimismo, la labor de los jóvenes universitarios también consistió en cortar y ordenar gran cantidad de leña para alimentar las chimeneas durante el invierno, drenajes de diversas áreas y accesos a viviendas, poner en funcionamiento un pozo de evacuación de agua, llevar a cabo los primeros pasos en la elaboración de una granja con diversas labores de jardinería.

Pero no faltó tampoco el elemento humano pues los universitarios compartieron parte de su tiempo con los niños del orfanato proporcionándoles así un clima óptimo para su desarrollo emocional, ya que muchos de ellos padecen carencias fruto de una infancia problemática. El objetivo de la granja escuela es formar a los jóvenes en las tareas agrícolas que constituyen la base de su economía, así como proporcionar un foco de desarrollo local a través del turismo rural y la recuperación de especies animales autóctonas. ¿Quién le pone fronteras al valencianismo solidario? Nosotros no.

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